jueves, 30 de abril de 2015

'A cambio de nada', una pequeña joya del cine español

Es una evidencia que un director novel no debería trabajar con niños, ancianos o mascotas. En el caso de los primeros porque pueden olvidarse fácilmente del guion, y en el caso de las mascotas, porque son completamente impredecibles, por muy adiestradas que puedan estar. Sin embargo, Daniel Guzmán hace oídos sordos a esta recomendación e integra estos tres elementos en su ópera prima, 'A cambio de nada'. El resultado no podría ser mejor. Los dos jóvenes protagonistas, a pesar de no tener experiencia previa en la actuación, se muestran de lo más natural ante la cámara; Antonia Guzmán, encarnación de la experiencia, nos atrapa con su dulzura y su aparente inocencia; y los perros protagonistas, además de mostrarse de lo más cómodos junto a sus dueños, nos arrancan más de una carcajada.
Con esto, Daniel Guzmán no solo se presenta como uno de los directores más prometedores del cine español, sino que también nos da a conocer su faceta de guionista al narrar una historia con tintes autobiográficos. Ésta trata sobre las vivencias de Darío (Miguel Herrán), un adolescente que decide marcharse de casa para no verse involucrado en el divorcio de sus padres. Poco después comienza a trabajar en el taller de Caralimpia, un viejo delincuente con aires de triunfador. Darío conoce además a Antonia, una anciana que recoge muebles abandonados con su motocarro con el pretexto de no caer en la inactividad. El protagonista aprenderá así diversos aspectos de la vida que le harán crecer como persona. En ese crecimiento estará acompañado en todo momento por su inseparable amigo Luismi (Antonio Bachiller).



Tras el visionado de la película, muchos se preguntarán si todo lo que narra Daniel Gúzman en su debut coincide con lo que vivió en su dura adolescencia. No obstante, el saber qué partes ocurrieron o no de verdad forma parte de la magia del cine. Lo importante de la cuestión es que el director nos da la oportunidad de adentrarnos relativamente en su vida y, de esta manera, nos invita a reflexionar, pero también a reír y a pasar un rato más que agradable.